Tu hijo avanza impetuosamente a través de la suma en prekínder y luego se atasca con la división en tercer grado. Los padres intentan adoptar un enfoque amoroso y racional ante los desafíos de los hijos y les ayudan a desarrollar estrategias viables para afrontarlos. Elogia el esfuerzo por encima del resultado, a fin de cultivar una mentalidad de crecimiento y desarrollar resiliencia a través de luchas y reveses.
Construir capacidad intelectual: Es posible que los niños quieran encerrarse en sí mismos al enfrentar desafíos académicos, sociales y extracurriculares. Así que ayúdalos a aceptar el desafío como un medio para desarrollar habilidades y resolver problemas, además de capacidad intelectual.
Messymotherhood.com postula una mentalidad de crecimiento centrada en el esfuerzo para aprender una nueva habilidad o abordar un problema desde diferentes perspectivas. "Nuestros niños necesitan saber que pueden tener un problema y resolverlo. Y si luchan ahora, cuando hay poco en juego, obtendrán la confianza que necesitan para superar problemas difíciles y sobrevivir".
La Positive Psychology lo denomina entrenamiento de fuerza cerebral. "Al igual que cuando levantas pesas, cuando ejercitas tu cerebro, este se vuelve más fuerte. Los niños con una mentalidad de crecimiento tienen una actitud de 'puedo hacerlo'. A menudo ven los desafíos como una oportunidad para aprender y crecer".
Connecticutchildrens.org explica que algunos no querrán intentarlo después de fracasar. Pero el niño con mentalidad de crecimiento aprende de los fracasos "para motivarse a seguir adelante". "Trata las críticas de manera positiva y promuévelas como un medio de enseñanza", afirma. "Con la práctica, nuestros hijos podrían empezar a mirar el mundo desde una perspectiva más positiva y verse a sí mismos con más confianza en sus capacidades".
Así pues, ya sea que dominen la patineta o el cálculo, los niños necesitan apoyo para recuperar el aliento y escalar hábilmente colinas y montañas.
Respira y elimina el estrés: La Asociación Estadounidense de Psicología recomienda dormir más: de 9 a 12 horas para las edades de 6 a 12 años, y de 8 a 10 años para los adolescentes. Hacer ejercicio diario y hablar sobre situaciones estresantes con un adulto de confianza. Tómate el tiempo para realizar actividades alegres y usa la terapia de la naturaleza para reducir la ansiedad y la depresión. Escribe los factores estresantes y los sentimientos positivos para mejorar el bienestar.
El entrenador de béisbol David Klein recomienda combatir la angustia visualizando el éxito y manteniéndose erguidos para sentirse seguros. O "cerrar los ojos y pensar en una persona, lugar o cosa que te relaje o te traiga alegría". En NPR, la Dra. Lisa Miller hace hincapié en cultivar la espiritualidad de los niños, ya que "tener un núcleo espiritual fuerte protege a los adolescentes contra la depresión, el abuso de sustancias y la asunción de riesgos”.
El Pennington Post ofrece calmantes para el alma, como respirar profundamente con las manos en alto, saltar, caminar y hablar al aire libre, observar las nubes sentado en el césped o jugar algún juego de mesa.
Pacificar y prepararse: Para conseguir de manera saludable otros cambios, desde una mudanza hasta un divorcio, Big Life Journal aconseja ayudar a los niños a comprender los sentimientos y prepararse gradualmente para lo que vendrá. "Ponerle nombre al sentimiento lo hace menos abrumador. Bríndale estrategias para manejar algunos de los aspectos más desafiantes de la nueva situación". Deja que tome decisiones y reflexione sobre cómo se fortaleció a través de experiencias positivas del pasado. Sobre todo, "asegúrale que su amor y cuidado seguirán siendo constantes, lo que hará mucho más fácil afrontar los cambios en otros aspectos de la vida”.